Conceptos de cultura,
identidad cultural y comunicación.
Por Mariana
Malagón.
El objetivo de este trabajo es en primer lugar repasar las principales
perspectivas sobre el concepto de “cultura”, para conocer sus orígenes y para
comprender sus actuales usos y significados. En segundo lugar se analizarán los
modos en que se transmite y comunica la cultura. Luego se pensará qué significa
“la cultura” actualmente, en una sociedad atravesada por los medios masivos de
comunicación y las nuevas tecnologías, en el contexto de la globalización. Por
último, se explicarán tres teorías sobre la comunicación interpersonal.
1.
Etimología del concepto de cultura.
En general, se entiende que “cultura” es:
·
El conjunto de obras y conocimientos de la “alta
cultura”, como libros, música clásica, ballet, teatro, etcétera y conocimientos
generales sobre el mundo.
·
El conjunto de las costumbres de las diferentes
sociedades a lo largo y ancho del planeta tierra.
La primera acepción tiene que ver con el origen histórico de este término,
ya que como explica Tassara (2004:152) en la antigüedad:
“Los
romanos llamaron cultura (cultura animi en
Cicerón) a lo que los griegos
expresan con el vocablo paideia,
referido a la educación propia del hombre, asociado a un perfeccionamiento
espiritual que diferenciaba a la especie humana de la animal. La idea de
cultivo que originalmente se refería al trabajo sobre el suelo, se aplicó por
extensión a la humanitas, el estudio de las letras y las artes.
Para esta acepción, el hombre culto era el que poseía un conocimiento de la
filosofía, de la poesía y de las otras ‘buenas artes’, aquellas que tenían que
ver con un saber acerca de sí mismo y del universo, y con la búsqueda de la
verdad en todos los ámbitos. Para los griegos, el hombre sólo podía realizarse
como tal en el seno de la sociedad, en la polis;
tanto Platón en La República como
Aristóteles en La política destacaron
la relación existente entre la formación
de los individuos y la vida en comunidad”.
El ser humano “culto”, el que tenía
“cultura”, era el que estaba instruido, el que tenía conocimientos. Esta
acepción del término, que proviene de la antigüedad, como se ve, sigue vigente.
Pero a partir del siglo XIX, con los estudios arqueológicos y antropológicos
que los investigadores europeos comenzaron a hacer en Asia, Oceanía, África y
América, el término cultura se empezó a aplicar en un sentido social y no
individual. Uno de los primeros utilizar de este modo el término es el
antropólogo Edward Burnett Tylor para quien, según Tassara (2004:153) “se refiere a ella como un complejo que
abarca conocimientos, ideas religiosas, artes, costumbres, Derecho, usos y toda
aquella gama de capacidades que adquiere el individuo como miembro de la
sociedad”.
Este concepto antropológico de
la cultura instaura una nueva manera de ver a las diferentes sociedades.
Históricamente, los europeos menospreciaron a todos los pueblos que fueron
colonizando para obtener las riquezas de sus tierras. Para los europeos, la
única “cultura” era la europea, porque era la “civilizada”, la que
supuestamente había superado el
salvajismo y la barbarie y por ello tenían “derecho” a saquearlos. Los europeos
consideraban que los otros pueblos tenían lenguajes, religiones, costumbres y
organizaciones sociales “atrasadas” o primitivas y que ellos habían
“progresado” hasta alcanzar el grado más alto de desarrollo humano y social. El
objetivo de llevarles “la cultura civilizada”[1] y
sacarlos de sus supuestos estados de primitivismo era (y es) una manera de
justificar ideológicamente la colonización.
El concepto citado de Tylor
rompe con las visiones etnocéntricas de la cultura. El etnocentrismo consiste
en juzgar a las otras culturas con las propias pautas, menospreciando o
descalificando las costumbres de otros pueblos. La mirada etnocéntrica
considera que la propia cultura es superior y mejor a las demás. Los estudios
de la antropología social permiten comprender los valores y pautas de las otras
culturas sin juzgarlas negativamente de antemano. Por ejemplo, considerar que
una tribu indígena no tiene educación porque no existe la escuela como
institución educativa es un juicio etnocéntrico. En todas las culturas existen
modos de transmitir los saberes, valores y prácticas, solo que en cada cultura
esto se realiza de diferentes modos.
No solo los europeos tienen
una visión etnocéntrica de los otros pueblos. Las tribus americanas también se
conquistaban entre si y se menospreciaban mutuamente. Incluso hoy en día un
chileno considera que un boliviano es inferior a él o un boliviano del este de
su país se considera mejor que un boliviano del oeste. Cada pueblo siente que
su identidad cultural es mejor que la de los demás. Aunque también muchos
pueblos tienden a sentirse de menos valor que otros, como pasa con los
argentinos, que sienten que la cultura norteamericana o europea es mejor que la
propia. Esto es así porque se dan procesos de choque cultural. Se da el choque
cultural cuando un pueblo conquista a otro y le impone su cultura. Este
proceso, denominado aculturación, fue el que sufrió el continente americano con
la conquista europea.
En Argentina todavía cargamos
con esta pesada herencia cultural. Primero fuimos conquistados por los
españoles en el siglo XVI y sufrimos la imposición de su cultura católica y
occidental. Luego, en el siglo XIX las élites porteñas se aliaron a los
ingleses y la economía argentina giró en torno a comprarles manufacturas a los
ingleses y venderles carnes y granos. Ya en el siglo XX con la hegemonía
mundial norteamericana, la mayor parte de los productos generales y culturales
que consumimos provienen de Estados Unidos. Nosotros vivimos en parte un
proceso de aculturación, ya que olvidamos las raíces indígenas de los dueños
originales de la tierra y no pudimos terminar de forjar una identidad nacional
propia. La identidad nacional tiene que ver con tener un territorio propio, un
idioma, una historia y una idiosincrasia -costumbres y creencias- propias. Si
bien en Argentina esto existe, lo cierto es que se admira la cultura europea y
norteamericana, lo que no es malo en sí, salvo por el hecho de que no valoramos
lo propio e idealizamos lo ajeno.
De todos modos, es preciso
aclarar que ninguna cultura de ningún lugar del planeta es cien por ciento
propia u original, porque todos los pueblos tienen entre sí intercambios
culturales, que no solo son violentos -de imposición-, sino que también existe
lo que se denomina “encuentro cultural”. Este proceso también es llamado de
“transculturación” y consiste en el intercambio pacífico y pactado de símbolos,
valores, conocimientos, etcétera entre dos o más culturas. Este proceso se ve
con claridad, por ejemplo, en las zonas de países limítrofes, como el noreste
argentino, donde las constantes transacciones entre brasileros, paraguayos y
argentinos, hace que la población de ese lugar sepa hablar guaraní, portugués y
español y muchas comidas y costumbres sean compartidas y comunes. Otro ejemplo,
simple, pero ilustrativo, es la pizza en Buenos Aires, traída de Italia y que
hoy en día es típica de la Ciudad de Buenos Aires, como una de sus comidas
distintivas. O el tango, que tiene antiguas raíces africanas, mezcladas con
ritmos criollos que a su vez provenían de la música española. Y un último
ejemplo: el rock nacional, que fusiona el rock norteamericano y el inglés, con
ritmos y letras propias de Buenos Aires.
2. Cultura
y naturaleza.
Pero además del concepto de
cultura como lo que le da identidad a una comunidad, es necesario analizar a la
cultura como lo que define al ser humano. Los estudios sobre la evolución que
se iniciaron con Darwin a mediados del siglo XIX fueron demostrando que la
especie humana tiene antepasados comunes con otras especies de mamíferos, como
los chimpancés y gorilas. Hace unos 8 millones de años la familia de los monos
antropoides se dividió y dio lugar a la especie de los homínidos (Carnese,
Guichón y Pinotti, 1993). El registro fósil registra que hace 4 millones de
años existieron los primeros homínidos que caminaron en dos patas (el
austrolopithecus afarensis) y que vivían en la sabana, hábitat con menos
árboles. La hipótesis es que éstos animales debían poseer mejor visión para
observar los peligros y obtener alimentos y por ello era conveniente la postura
erguida. Además, a estos individuos les convenía vivir en grupo, para
protegerse mejor. Este último punto es muy importante, porque da cuenta de la
importancia de las habilidades sociales -de vínculo o relación-, que son la
base del comportamiento cultural.
Además de las habilidades
sociales, el antepasado del ser humano fue desarrollando la capacidad de
pensar, lo que significa la posibilidad de realizar representaciones mentales
sobre objetos, situaciones y procesos. Por ejemplo, se puede representar la
idea de un animal como alimento (objeto). Luego, se puede pensar en la
posibilidad de cazarlo (situación). Por último, se puede pensar que lanzándole
una piedra se lo puede inmovilizar (proceso). Los animales que no poseen
racionalidad solo pueden ver a su presa y seguirla instintivamente hasta cazarla.
El ser con racionalidad también puede hacer esto, pero además, puede prever
causas y consecuencias: si se le arroja una piedra existen más posibilidades de
agarrarlo que si se lo persigue. El ser racional puede hacerse representaciones
mentales de lo que sucedió, sucede y va a suceder, porque comprende la
concatenación de los hechos. Puede anticiparse, prever lo que va a suceder,
porque previamente aprendió que un suceso desencadena otro y que ciertos
objetos y procedimientos tienen ciertas características específicas. Ningún
animal toma una piedra para matar a otro. La utilización de una piedra como
herramienta es el primer indicio de la racionalidad porque da cuenta de un
conocimiento, de un saber hacer. El pensamiento racional significa, entonces,
el poder representar, recordar y comprender cómo se desarrollan las relaciones
entre los objetos, las situaciones y las acciones.
Hace 1.700.000 de años, el
homo habilis, comenzó a fabricar herramientas para cazar animales, resultado
del desarrollo cerebral. Los primeros cuchillos eran piedras afiladas para
rasgar la carne. Luego, hace 700.000 años, el denominado homo erectus descubrió
la importancia del uso del fuego para utilizar como arma, para darse calor y
como instrumento para la cocción de la carne. Finalmente, hace 45.000 años,
apareció el homo sapiens, que tiene todas las características físicas y
mentales del hombre actual que son:
·
Racionalidad: representaciones
mentales, memoria y comprensión de causas, consecuencias y relaciones entre
objetos, hechos y acciones
·
Uso del lenguaje: posibilidad de
comunicación y por ende de coordinación grupal.
·
Vida en grupo: solidaridad,
reciprocidad, relaciones de poder
·
Fabricación de herramientas.
·
Vestimenta.
·
Cocción de alimentos.
·
Entierro de los muertos.
·
Ceremonias rituales
·
Arte: pinturas rupestres.
Estas nueve invenciones -que
no tiene ningún animal[2]-
son las principales características de la cultura como creación típicamente
humana y no natural. El ser humano vive escindido entre sus dos dimensiones
básicas: la biológica o natural y la cultural o artificial. Por un lado, somos
seres de la naturaleza, pero además, hemos podido inventar una serie de
artefactos expresivos, organizativos y productivos que no existen en la
naturaleza. Esta división entre lo natural y lo cultural, fue analizada por
Freud, quien en varios trabajos se refirió a este tema. El creador del
psicoanálisis postula que el ser humanos esta escindido psíquicamente en tres
instancias:
·
“El ello” o lo inconsciente propiamente
dicho: deseos, pulsiones y miedos propios de nuestra naturaleza animal e
irracional.
·
“El superyó” o el deber ser: las pautas
y normas que nos impone la cultura.
·
“El yo” o el ser social: la negociación
entre lo que deseamos y lo que podemos hacer.
Por ejemplo, hay que ir a
trabajar. El inconsciente nos dice que no vayamos a trabajar, que es mejor
quedarse durmiendo. Pero el superyó nos dice que debemos cumplir con nuestras
obligaciones si queremos pagar el alquiler. El yo, sufre, porque está atrapado
entre nuestros deseos y las obligaciones que la sociedad nos impone y que hemos
ido incorporando a lo largo de la vida. Freud explicó con su teoría cómo
estamos divididos entre nuestros deseos inconscientes, animales y nuestras
obligaciones culturales. Un animal sale a cazar por instinto y no se pone a
remolonear en su cueva a ver si tiene ganas de salir o no. Si tiene hambre,
sale y punto. El humano también tiene necesidades básicas, como alimentarse,
pero para hacer esto, por ejemplo, elije modos, momentos, estrategias. Lo que
explica Freud es el sufrimiento que le produce al sujeto el ser parte de la
cultura. La cultura general malestar porque justamente nos impone pautas y
limitaciones pero también nos da oportunidades. Es el aprovechar o no estas
oportunidades lo que nos genera malestar. Un animal sufre si pasa hambre, pero
una vez cubierta esta necesidad queda satisfecho. El ser humano sigue sufriendo
una vez cubiertas sus necesidades. Los motivos de esto son variados, pero
podemos decir en líneas generales, que los deseos de poseer más y los miedos de
morir o sufrir, son los que nos generan gran parte del malestar.
Lo dicho anteriormente sobre
Freud y el dolor y el placer fue para explicar nuestra naturaleza animal -atada
a la necesidad- y nuestra naturaleza cultural -sujeta a la organización, la
previsión y el orden-. La cultura es siempre un intento por superar las
limitaciones de nuestra naturaleza animal. Los animales se rigen por los
condicionamientos genéticos y los ciclos de la naturaleza; el ser humano
también tiene estas limitaciones, pero sin embargo, lucha por superarlos por
medio de la organización cultural. La siguiente definición de Garreta (2004:154)
sintetiza el doble sentido de cultura que se estuvo analizando:
“Podemos definir la cultura
afirmando que se trata de una forma integral de vida creada histórica y
socialmente por una comunidad, de acuerdo con la forma particular en que
resuelva e o entabla relaciones con la naturaleza, las de los integrantes de su
seno, las relaciones con otras
comunidades y con el ámbito de lo sobrenatural, a fin de dar continuidad y
sentido a la totalidad de su existencia, mediante una tradición que sustenta su
identidad”.
·
Esta definición da cuenta, por un lado,
de la cultura como lo que permite a las comunidades resolver sus relaciones con
la naturaleza -su supervivencia física-.
·
Por otro lado, la cultura es lo que le
permite a sus miembros convivir entre sí y con otras comunidades.
·
También es lo que le da identidad como
comunidad, su diferencia con otras comunidades.
·
Y por último, nombra, la cuestión de lo
sobrenatural. Con este tema el autor se refiere a las necesidades espirituales
y filosóficas del ser humano, expresadas en religiones y cultos diversos.
Todas las comunidades tienen
una religión, un sistema de creencias, mediante el cual reverencian entidades
sagradas o superiores, como dioses o tótems[3]; diferencian
entre lo sagrado y lo profano. Lo profano es lo cotidiano, lo que tiene que ver
con la reproducción física y social. Lo sagrado se refiere a las creencias que
explican el sentido de la existencia, el por qué el ser humano esta en la
tierra, cuál es su cometido y su destino. Para las religiones judeocristianas,
por ejemplo, el ser humano fue creado por Dios. Este ser superior arrojó al
hombre del Paraíso por sus pecados, quien podrá volver a este lugar originario
si durante su vida terrenal sigue los preceptos divinos (los 7 mandamientos).
Otra característica
fundamental de la cultura es que además de ser inventada por el ser humano,
debe ser transmitida de generación en generación. Desde que el niño es muy
pequeño, los padres le enseñan el lenguaje, las reglas de comportamiento y los
conocimientos necesarios para desarrollarse. A nivel social, todas las culturas
tienen instituciones para producir y reproducir la vida y que los saberes no se
olviden o pierdan. Para ello se necesita la comunicación.
3.
La comunicación de la cultura.
La mente humana organiza en
representaciones imaginarias objetos, situaciones y acciones. El hombre es un
animal simbólico: puede producir y reproducir en su cerebro millones de
representaciones que representan olores, imágenes, contactos táctiles, sonidos
y sabores. Estas simbolizaciones o representaciones forman parte de diferentes
sistemas de códigos. Existen, a grandes rasgos, seis grandes sistemas de
códigos[4]:
·
Uno es el lingüístico, el que
utilizamos para hablar, o sea, el idioma.
·
En segundo lugar tenemos los
códigos estéticos, que nos permiten producir y disfrutar obras artísticas como
la pintura, la literatura, el cine, la música, la televisión, la radio, las
revistas, las páginas web. Dentro de este grupo podemos ubicar a los objetos
diseñados (muebles, artefactos de todo tipo, electrodomésticos, textiles,
arquitectura, urbanismo, etcétera). Los objetos diseñados se enlazan con lo
estético o artístico porque en ellos lo fundamental son las formas y los
materiales que se utilizan y las reacciones sensibles que se quieren despertar
en los usuarios de esos objetos.
·
En tercer lugar encontramos los
códigos de las costumbres sociales y culturales que regulan (porque son normas)
las formas de vestirse, de moverse y de expresarse de una comunidad.
·
En cuarto lugar existen los
códigos subculturales, que son los signos particulares que algunos grupos
utilizan internamente aunque forman parte de una cultura mayor o general. Por
ejemplo, los códigos mafiosos, los de las comunidades de inmigrantes, los de
grupos marginales como los ladrones o los presos, etcétera.
·
En quinto lugar, tenemos los códigos lógicos, inventados por
los científicos, como por ejemplo el de la matemática o el de la química.
·
Por último y en sexto lugar,
tenemos los códigos de la comunicación no verbal que incluyen los movimientos
corporales y los gestos.
Todo lo que hacemos cotidianamente esta
codificado. Desde la hora en que me levanto, hasta la comida que desayuno, la
ropa que me pongo, el modo en que saludo a los vecinos y compañeros de trabajo,
la manera en que me comporto cuando subo al colectivo, el tipo de trabajo que
realizo, etcétera. Todo el tiempo estamos utilizando signos, que son
representaciones mentales de otras representaciones o simbolizaciones
producidas culturalmente. El despertador es un objeto que sirve para
representar la división del tiempo en horas y minutos y que fue creado luego de
un largo proceso cultural de investigación y simbolización de la medición del
tiempo. Los números en el despertador son un símbolo que esta codificado y que
mi mente decodifica.
Constantemente
utilizamos signos para pensar y actuar y también para comunicarnos con los
demás. Por comunicación entendemos el acto de ponernos en contacto con otros.
Para vincularnos utilizamos signos. Los signos representan ideas, objetos o
sentimientos. Si yo le digo a alguien la palabra “adiós” le estoy comunicando
que me voy. Todo signo tiene un significado, que es la representación mental
del sonido de la palabra “adiós”. El sonido de esta palabra se llama
significante, que es la representación material, ostensible o tangible. Otro
ejemplo: si yo leo en un cartel “salida”, el significado es que por allí se
puede salir y el significante es el propio cartel de metal con letras pintadas.
Entonces,
para interpretar la realidad y para ponernos en contacto con otros utilizamos
signos, que pertenecen a diferentes códigos y que son transmitidos mediante
diferentes lenguajes. Los lenguajes son los medios de comunicación. Utilizamos
el lenguaje oral, que es nuestro medio natural de comunicación. También
utilizamos otros sistemas de transmisión de información, que a continuación se
detallan, con sus fechas de invención:
·
3500 A.C.: escritura. Es la primera tecnología
de la información. La escritura permite registrar datos, esto es, información.
Se cree que la escritura se inventó para registrar la cantidad de productos
acopiados y vendidos y luego se utilizó para la religión y la literatura.
·
1450: imprenta. Vale aclarar que los chinos
conocían la técnica desde el 800 d.c aproximadamente. La imprenta permitió que
se hicieran cientos o miles de copias de un mismo texto. Hasta ese momento cada
texto era artesanal ya que se escribían uno por uno por copistas
especializados.
·
1600: primeros periódicos en Europa. Fueron
textos de pocas páginas que salían una vez por semana o por mes y que trataban
cuestiones de gobierno, de economía y de información general. Muchos periódicos
eran editados por los propios gobiernos que deseaban publicitar -hacer
públicamente conocidas- sus obras y leyes.
·
1700: primeros diarios que se llaman así porque
se publican cada día.
·
1836: fotografía.
·
1844: telégrafo.
·
1876: teléfono,
·
1880: el gramófono (graba sonidos),
·
1895: cine.
·
1920 radio.
·
1945: televisión.
·
1960: satélite.
·
1980: computadora personal y teléfono celular.
·
1990: internet
Algunas de estas tecnologías, como el
teléfono o el teléfono sirven para transmitir mensajes, pero el resto de las
tecnologías, además de ser medios de comunicación, sirven para elaborar y para
almacenar información. Varios de estos medios se utilizan para la comunicación
interpersonal, otros para la comunicación institucional, y varios para la
comunicación masiva. Definimos estos conceptos a continuación:
·
La comunicación interpersonal: en este tipo de
comunicación existe la posibilidad del diálogo, de “un ida y vuelta” entre los
participantes. Las personas pueden estar presentes y entonces participan los
sentidos corporales de la percepción y la expresión. Si las personas no están
presentes se comunican a través de algún medio con el que pueden contestarse
(teléfono, cartas, chat, correo electrónico). La comunicación interpersonal es
posible sólo cuando el número de participantes es bajo y da lugar al intercambio
de mensajes.
·
La comunicación masiva se da cuando a través de
tecnologías complejas como los medios de comunicación, un emisor transmite un
mensaje a miles o millones de personas que pueden vivir en lugares alejados y
hasta poseer distintas culturas. En este tipo de comunicación sólo algunos
receptores tienen la posibilidad de establecer un diálogo con el emisor. La
relación entre emisor y receptores es asimétrica, porque el emisor tiene un
gran poder para difundir mensajes y los receptores no pueden expresarse
Una comunicación interpersonal también
puede ser asimétrica si por ejemplo, un padre con gran poder sobre su hijo sólo
habla y no escucha o no deja hablar a su hijo. La diferencia es que el hijo
tiene la posibilidad material de hablar, aunque tal vez no tenga la posibilidad
psicológica de hacerlo.
·
La comunicación institucional es la que se da en
el contexto de las diferentes instituciones sociales, como empresas, fábricas,
centros religiosos, clubes, escuelas, organizaciones gubernamentales u
organismos de servicios. Hablamos de instituciones cuando nos referimos a
organizaciones que llevan adelante algún fin social y que tienen reglas y
normas que deben ser cumplidas por sus integrantes para lograr su propósito.
Las organizaciones más grandes suelen tener un responsable de la comunicación
interna y otro de la comunicación externa. La comunicación interna es necesaria
para que los distintos integrantes conozcan las directivas generales y
particulares y para que estén al tanto de novedades que son importantes para su
función. Esta comunicación puede ser oral, escrita, a través del correo
electrónico, de carteles o por otras canales o medios de comunicación internos.
La comunicación externa relaciona a la organización con la sociedad y con las
personas que tienen vínculos con esa institución. Este tipo de comunicación
suele ser planificada y elaborada conscientemente.
En nuestras sociedades, los
individuos, utilizan constantemente los tres tipos de comunicación, ya que
todos pasan muchas horas en instituciones laborales, escolares o de otro tipo y
la mayoría tiene algún contacto con los medios masivos de comunicación,
generalmente como receptores. Los medios masivos de comunicación tienen un
lugar cada vez más importante en nuestras vidas ya que los necesitamos para
vivir en sociedades que por ser cada vez más grandes y complejas, solo podemos
conocer sobre los grandes acontecimientos y problemas del país y del mundo
mediante estos gigantescos y poderosos artefactos de la comunicación. Por
ejemplo, si yo quiero saber cómo estará el tránsito en la ciudad, si hay paro
docente, cuándo se debe votar, cuáles son los candidatos más importantes,
etcétera, debo recurrir al servicio de los medios.
A mediados del siglo XX en los países
industrializados y en los centros urbanos del tercer mundos comienza una etapa
histórica que puede ser llamada “sociedades mediatizadas” (Verón, 1995). En
estas sociedades, una parte de lo que pensamos, entendemos, sentimos, deseamos
y valoramos proviene en gran medida de esas “máquinas de comunicar” que son los
medios. Otros autores hablaron de la “videopolítica”, o sea, del modo en que se
desarrolla la actividad política por el uso de los medios de comunicación. Los
partidos políticos de masas comenzaron a alejarse de la masa de seguidores por
distintos motivos que no podemos analizar aquí y los medios masivos de
comunicación tomaron el lugar de la conexión entre las masas, los partidos y
los gobiernos. Pero la radio y la televisión siempre tuvieron un rol
fundamentalmente asociado a la diversión y el entretenimiento y por ello la
política se convirtió en un espectáculo y los políticos en candidatos que se
promocionaban como se promociona un jabón.
Los medios masivos de comunicación
fueron fundamentales para el desarrollo de la economía capitalista. Con su
incesante flujo de la producción, circulación y consumo de bienes el
capitalismo necesita que se desarrollen tecnologías que permitan una
circulación más rápida de los objetos pero también de la información. Por
ejemplo: la radio se inventó a principios del siglo XX para que los barcos en
altamar pudieran comunicarse con tierra. Esto tenía que ver con necesidades
militares, pero también mercantiles, porque, por ejemplo, perder un barco con
mercaderías por un iceberg, podía significar la quiebra de un empresario. La
comunicación se convierte en un negocio rentable en la economía capitalista.
Las empresas necesitan de los medios para promocionar sus productos
(publicidad) y los medios necesitan de las empresas para solventar sus gastos
ya que los empresarios pagan por el tiempo de emisión de sus anuncios. Además,
cada vez los productos de las industrias culturales (música, cine, etcétera)
son un negocio muy rentable porque las personas consumen esto en su tiempo de
ocio.
En la actualidad se esta dando un
proceso que supera, aunque no elimina, al proceso de mediatización. Este es el
proceso de globalización, que se analizará a continuación.
4.
¿Una cultura global?
Algunos dicen que la globalización
comenzó en el siglo XX y otros que fue en el siglo XV (1400). Lo cierto, es que
ambos puntos de vista son ciertos. Como se vio antes, el contacto entre
culturas siempre fue continuo, sin embargo, desde el siglo XIV (1300) los viajes
de comerciantes a Oriente para comprar mercaderías fueron constantes. Cuando
Cristóbal Colón llegó a lo que hoy se conoce como América, creyó que había
llegado a la India y por ello los indígenas americanos fueron llamados
“indios”. El desarrollo del capitalismo comercial europeo aceleró el proceso de
contacto entre culturas y el mundo fue volviéndose cada vez más interconectado.
No todo fue positivo, porque los europeos conquistaron violentamente a los
pueblos donde iban llegando. En África secuestraron y obligaron a la esclavitud
a millones de personas. Se sabe que la mayoría de “los cargamentos” de nativos
llegaban a América con menos de la mitad de los esclavos porque estos morían
por hacinamiento y enfermedades, ya que viajaban engrillados en las bodegas de
los barcos. Las culturas incas y mayas prácticamente desaparecieron de América
y recién hoy en día los arqueólogos y antropólogos comienzan a conocer la
riqueza de sus saberes. En Asia, grandes civilizaciones como la india y la
china sufrieron despojos y ultrajes y sus poblaciones tuvieron que vivir bajo
el mandato de los colonizadores. Las potencias europeas dominaron el mundo y lo
siguen haciendo, despojando de sus riquezas al resto de los países del mundo a
cambio de llevarles su civilización, que no fue más que barbarie y violencia en
la mayoría de los casos.
En el siglo XX, el proceso
económico de expansión del capitalismo a nivel mundial es global. Prácticamente
cada rincón de la tierra forma parte de lo que se denomina “sistema mundo” ya
que lo que se produce en un pequeño pueblo de las montañas de América es
consumido en ciudades de Asia o Europa que a su vez fabrican bienes que estos
mismos pueblos compran. Este sistema de interconexión fue posible por la
invención de medios de transporte más rápidos y también por el surgimiento de
las tecnologías de la comunicación nombradas en el apartado anterior. Las
invenciones del satélite primero y de internet después permiten que se puedan
concretar operaciones comerciales a miles de kilómetros de distancia en pocos
instantes. Las nuevas tecnologías de la comunicación rompen las barreras del
espacio y aceleran el flujo de dinero, objetos y personas.
El concepto de tiempo también
cambia, ya que se vive de un modo cada vez más veloz. El microondas acelera la
cocción de alimentos. La posibilidad de leer un libro puede ser instantánea
desde que se compra por internet y se lee en la misma pantalla de la
computadora. No hace falta ir a los lugares para recoger información: por
teléfono o en las páginas web se obtiene todo lo que se necesita saber. Ya no
es necesario hacer filas para pagar los servicios, esto se puede hacer por
internet. Incluso comprar una casa o un auto se puede hacer vía internet,
mientras se viaja en el tren o se espera en el consultorio del médico.
Estas nuevas pautas de conducta se
están volviendo globales, universales. La globalización se desarrolló por el
crecimiento de la economía capitalista, que por su propia dinámica generó que
casi todos los pueblos del planeta consuman los productos producidos en las
economías capitalistas avanzadas. Pero el problema es que este proceso de
globalización conlleva una gran diferencia entre los países desarrollados
industrialmente y poderosos del norte
(Estados Unidos, Japón, Europa[5])
y el resto de los países del sur, subdesarrollados y pobres (América Latina,
África, Asia, Oceanía). Lo que los países del norte venden es mucho más caro
-porque tiene más valor agregado, producción- que lo que venden los países del
sur, que producen materias primas con poco valor agregado. Entonces, este
proceso de globalización lleva a que existan dos realidades: todos consumimos
más o menos lo mismo pero en el sur existen grandes bolsones de miseria.
Millones de personas no llegan a cubrir sus necesidades básicas de alimento,
educación, trabajo y vivienda. Sin embargo, estas personas saben lo que es Coca
Cola, Mc Donalds, quieren comprarse zapatillas Nike y miran a Los Simpsons.
El proceso de globalización
beneficia especialmente a los países ricos, que siguen vendiendo sus productos
y comprando a bajos precios las materias primas (petróleo, gas, alimentos,
etcétera). El proceso de globalización es económico pero también cultural. La
mayor parte de la música que oímos, de los programas que miramos, del cine que
vemos y de la literatura que consumimos,
proviene de Estados Unidos. Es muy poco lo que a nivel de industria cultural
vende un país como Argentina (algunas telenovelas, algún que otro formato
televisivo cada tanto a Israel o España).
Con su cine, su televisión y su
música, los norteamericanos nos venden también un estilo de vida, con sus
problemas y características, que muchas veces poco tienen que ver con nuestra
propia cultura. Sin embargo, debido a la llegada masiva de productos culturales
y de consumo, cada vez más nos acostumbramos a consumir lo que ellos consumen,
y desde niños nos adaptamos a estos temas y estilos. La globalización sería
realmente un proceso de intercambio intercultural si los norteamericanos
también consumieran lo que nosotros producimos, algo que prácticamente no
sucede salvo raras excepciones.
En este texto no se esta proponiendo
que se deja de consumir lo norteamericano, sino que empecemos a pensar en la
necesidad de producir y consumir productos hechos por nosotros mismos. Esto es
importante porque en el país existen artistas que necesitan trabajo y porque
además, es importante que la televisión, el cine y otras industrias culturales
expresen lo que nos pasa a nivel nacional o local. Algunas películas y
programas locales, han ido representado con buenos resultados nuestras propias
problemáticas y características culturales.
Lo cierto es que lo que se llama
“cultura global” no es más que lo venden Estados Unidos y los demás países
desarrollados. Aunque se están gestando movimientos que revalorizan las
culturas locales y que piensan y elaboran lo que pasa en nuestro territorio.
Las nuevas tecnologías cada vez sirven más para que consumamos lo de afuera,
pero también se están utilizando para que los movimientos sociales y los
artistas locales difundan sus acciones y productos. Hoy en día, por ejemplo,
los movimientos de indígenas utilizan internet y las redes sociales para
consolidar su identidad, ponerse en contacto con otros grupos y darse a
conocer.
La globalización, en líneas generales,
sirve para expandir el dominio económico y cultural de los países poderosos;
aunque también se esta dando un proceso de revalorización y difusión de lo
local. Un ejemplo de esto es lo que sucede con el rock nacional, claro ejemplo
de un arte que se caracteriza por provenir de otros países, pero que tiene cada
vez más una identidad local.
5.
Pensar la comunicación.
Para cerrar este texto a continuación
se expondrán algunas de las teorías de la comunicación interpersonal que sirven
para explicar nuestras conductas de la vida cotidiana que están determinadas
culturalmente.
5.1. La teoría del
emisor/canal/receptor de la comunicación.
La teoría más popular de la comunicación,
la que se enseña actualmente en los colegios, es la denominada teoría de la
información. Es un esquema que postula que un mensaje es emitido por un
receptor, mediante un canal para que sea recibido por un receptor. Es un
esquema lineal de la comunicación. Si este esquema tuvo tanto éxito es porque
fue tomado por la lingüística y las ciencias sociales en general como modelo de
comunicación. Fue reelaborado por un lingüista, Roman Jakobson (ver Winkin,
1984) que lo reformula de la siguiente
manera: hay un emisor que emite un mensaje, en cierto contexto, mediante un
canal, a través de un código que será recibido por un destinatario. Jakobson
agrega las ideas de contexto y de código para pensar una situación
comunicacional “más real”.
Las críticas que se le
han hecho a este esquema es que no explica, por ejemplo, cómo funciona una
conversación, con sus ideas y vueltas, sus intercambios, sus silencios, sus
malentendidos, sus interrupciones y dificultades. La comunicación supone el
intercambio, “el ida y vuelta”, más que la emisión unidireccional, así como las
cuestiones del poder y de las relaciones sociales que analizaremos a
continuación.
5.2. El interaccionismo simbólico.
Desde
la psiquiatría, la antropología y la sociología se empezó a cuestionar este
esquema lineal de la comunicación para analizar la comunicación como un proceso
complejo en el que interviene lo no verbal, lo corporal, lo kinésico (lo
relacionado con los movimientos corporales) y lo proxémico (el uso del
espacio). Al analizar el comportamiento humano, investigadores de distintas
ramas del conocimiento observaron que cuando nos comunicamos no solo
transmitimos información, sino que también realizamos acciones.
Por ejemplo, si yo estoy
hablándole a los gritos a alguien, no solo le estoy dando información sobre mi
enojo sino que también puedo intentar asustarlo, provocarlo o amenazarlo.
Además puedo acercarme a esa persona para demostrarle que estoy dispuesta a
pegarle (kinésica) y que soy la dueña del espacio en ese momento (proxémica).
Mis gestos exteriorizan mi enojo y el tono de mi voz es amenazante. Otro
ejemplo: cuando nos encontramos con un vecino al salir a la puerta de casa,
podemos decir que nos transmitimos información al preguntarnos cómo estamos,
pero en realidad solo estamos siendo amables para mantener el vínculo social y
tal vez no nos interesa en realidad cómo está esa persona.
Como dijo el filósofo
John Austin: “con el lenguajes hacemos cosas” (ver Martini 1994 y Zecchetto,
2003). El lenguaje no es solo declaración de verdad o falsedad, como presupone
la filosofía clásica, sino que también existen las preguntas, las órdenes y las
exclamaciones. Podríamos decir que el lenguaje nos une o nos desune de los
otros. Con el lenguaje formamos vínculos y realizamos acciones. Si yo digo en
un examen: “no estudié”, no solo estoy informando de la falta de conocimientos,
sino que estoy dando a entender que pueden realizar conmigo una acción:
desaprobarme. Todo enunciado tiene información, pero además “carga” con otros
valores y connotaciones que suponen y acompañan acciones. Si en un informativo,
por ejemplo, informan que un corte de calle provoca caos de tránsito en vez de
informar los motivos de ese corte de calle, no solo se está dando “cierta”
información parcial sino que se está predisponiendo negativamente el ánimo de
la audiencia sobre cualquier corte de calles. O si una madre le dice a su hijo
“Bueno, andá a pasear, te dejo ir, disfrutá vos que podés porque yo estoy más
sola que un perro”, le está diciendo muchas cosas: que vaya, que se divierta,
que sienta culpa, etcétera. Con lo que decimos provocamos en los otros una
serie de sentimientos y acciones posteriores que configuran nuestro hacer
cotidiano.
Roman Jakobson (1967),
lingüista al que ya citamos, pero al que debemos incluir en la corriente del
interaccionismo simbólico por el tipo de aportes que realiza, dice que se
pueden identificar seis funciones del lenguaje: la emotiva, la conativa, la referencial, la metalingüística,
la fáctica y la poética.
La función emotiva está centrada en el emisor, quien
pone de manifiesto emociones, sentimientos, estados de ánimo, etc.
La función conativa esta centrada en el destinatario. El hablante pretende que
el oyente actúe en conformidad con lo solicitado a través de órdenes, ruegos,
preguntas, etc.
La función referencial se centra en el
contenido o contexto entendiendo este último “en sentido de referente y no de
situación”. Se encuentra esta función generalmente en textos informativos,
narrativos, etc.
La
función metalingüística se utiliza cuando el código sirve para referirse al código mismo.
El metalenguaje es el lenguaje con el cual se habla de lenguaje. Este texto es
referencial que ahora USTED está leyendo es referencial porque es un texto
informativo y a la vez cumple una función
metalingüística porque habla sobre la comunicación. Si yo hago el
análisis de los recursos expresivos de una película estoy llevando a cabo la
función metalingüística.
La función fáctica se centra en el canal y trata de todos aquellos
recursos que pretenden mantener la interacción. Es cuando hablamos con alguien
y tratamos por medio de gestos y exclamaciones que nos preste atención para continuar
el diálogo. Por ejemplo si hablamos por teléfono y decimos “¿me escuchás, me
seguís, me entendés?
La función poética se centra en el mensaje Se pone en manifiesto cuando
la construcción lingüística elegida intenta producir un efecto especial en el
destinatario: goce, emoción, entusiasmo, etc.
Desde el interaccionismo
simbólico, se piensa que cada sujeto es un “actor social” que varios papeles en
distintas circunstancias sociales. Cada actor sabe cómo jugar su papel porque
conoce los códigos y las reglas a seguir en relación a otros individuos. La
idea fundamental es que nos constituimos como sujetos en la interacción (o
intercambio comunicativo) con otros sujetos. Solo cuando nos relacionamos con
otros podemos tener una identidad. Podemos pensar el caso del ermitaño que vive
solo en un bosque alejado de la civilización. Sin embargo, ese ermitaño se
define como tal en relación a todos los otros que no son ermitaños y que
ocasionalmente tienen un algún vínculo fugaz con él. Ese ermitaño se crió y vivió
en cierto contexto social y cultural que lo llevó a cultivar una vida en
soledad, tal vez adorando a algún Dios o Divinidad, pero en conexión con una
matriz de sentido que lo constituye como tal.
Cada uno de nosotros es
lo que es en relación a los demás. No elegimos nuestro nombre, ni a nuestros
padres, ni hermanos; no elegimos el idioma ni la religión en la que somos
criados. Nuestra identidad está construida a partir de las relaciones que vamos
tramando con otros a lo largo de la vida. Si un alumno es violento con nosotros
como docentes, debemos preguntarnos: ¿qué le generé yo para que esta persona me
trate así? No se trata de llenarnos de culpa ni de disculpar cualquier ofensa,
sino de ver en qué punto, por ejemplo, como docente no estoy caratulando a un
chico como violento porque los directivos y los otros profesores ya lo han
encasillado con ese rótulo. Muchas veces, también, si somos maltratados es
porque permitimos que nos pongan en ese sitio, “haciéndole” el juego al otro
para que pueda humillarnos sin darnos cuenta.
Goffman y Bateson, dos
de los principales exponentes de esta corriente comunicacional (ver Martini,
1994) plantean la metáfora del juego para pensar las situaciones comunicativas.
Dice Martini (1994: 6): “…se fijan las reglas, el rol de los interlocutores y
las apuestas, las ganancias, se establece qué es lo que está en juego”. Cuando
nos comunicamos siempre estamos buscando algo, que puede ser que alguien hago
algo por nosotros, o simplemente pasarla bien o buscamos establecer un contrato,
entre otra infinidad de propósitos. Si decimos que es un juego es porque apostamos siguiendo ciertas reglas y
porque algo queremos ganar, sabiendo que las reglas también se pueden modificar
y que existen relaciones de poder entre los participantes. No es lo mismo el
poder de un maestro que el poder del alumno, o que el poder que el imaginario
social dominante aún le sigue atribuyendo a los hombres por encima de las
mujeres. Toda interacción está mediada por relaciones de poder, que pueden ser
más o menos asimétricas pero en las cuales, la mayor parte de la veces hay
individuos que logran mejores propósitos que otros.
Esta corriente toma los aportes de la antropología y analiza
las situaciones comunicativas como ritos. Los ritos son formas instituidas de
comportamiento que con mínimas modificaciones se repiten periódicamente. Por
ejemplo, ir a un recital de rock o ir a la cancha o asistir a clase son
acciones sociales ritualizadas. La comunicación social está mediada o
atravesada por las formas del rito y la ceremonia y debe atenerse
obligatoriamente a estos pasos para que se genere la cohesión o integración
social. Los rituales van cambiando y además, no siempre estos rituales
codificados son respetados por todos, lo que genera disrupción y crisis que se
traducen en disputas y confusiones comunicacionales.
Pero antes de terminar con el análisis
del interaccionanismo simbólico es fundamental analizar los elementos del
lenguaje no verbal corporal y las significaciones que nos transmiten los objetos
diseñados.
5.2.1.El
lenguaje no verbal corporal.
En una clase escolar puede bastar
con que el profesor mire fija y seriamente a un alumno para que este deje de
comportarse incorrectamente. En muchas situaciones tiene mayor eficacia
comunicativa un gesto o un movimiento que las palabras. Estudios sobre la
comunicación interpersonal citados por Zecchetto (2003) han demostrado que los
elementos no verbales, como las expresiones, los gestos y los movimientos
corporales constituyen el 55% del mensaje. Los elementos paralingüísticos como
los tonos, ritmos y acentos de la voz son el 38% de un discurso. El 7% de un
mensaje está constituido por la palabra hablada. Con estos datos vemos la
importancia de lo no verbal en todo discurso. Veamos una lista de los
principales elementos que forman parte del lenguaje corporal:
·
los gestos y expresiones faciales
·
el contacto visual
·
la postura (el modo de sentarse, de estar de
pie, de recostarse)
·
los movimientos corporales
·
la orientación del cuerpo en relación a los
interlocutores
·
la distancia corporal entre los interlocutores,
su territorialidad y distribución espacial
·
los aromas
·
piel (pigmentación, rubor, textura)
·
pelo y peinados
·
ropa y ornamentos (estilos, modas y las formas
de vestirse)
·
el maquillaje
·
lo paralingüístico (tonos, ritmos y acentos de
la voz)
Los tonos de voz son altos, fuertes,
bajos, agudos, graves, etcétera. El ritmo de la voz se refiere a si se habla
más rápido o más lento, con musicalidad o cadencia, con interrupciones o sin
ellas, etcétera. Los acentos representan las emociones, los sentimientos, como
por ejemplo, el miedo, la congoja, el enojo.
En cada una de nuestras interacciones
personales, se ponen en juego estos elementos. En algunas situaciones, como por
ejemplo, una ceremonia formal, estos elementos son fundamentales. En un
casamiento religioso, si somos el público, nos comportamos con cierta
solemnidad y esto lo demostramos con una expresión de seriedad, con una postura
firme, con los movimientos corporales adecuados al rito, con una orientación
hacia el altar, cuidando de respetar el espacio que nos toca territorialmente
dentro del templo. Se utilizan inciensos y los novios, el cura y los invitados
se visten, peinan y maquillan con formalidad para la ocasión. Podemos saber si
los novios están nerviosos o no por el acento (calmo o crispado), el ritmo
(lento o rápido) y el tono (fuerte o débil) de sus voces al dar el sí. También
podemos saber cómo están los padrinos, al establecer contacto visual con ellos,
descifrando si están emocionados o tranquilos. Además, las iglesias se decoran
con flores y otros objetos como alfombras para celebrar ese tipo de ritos.
El efecto de sentido que se quieren
lograr con la decoración, los pasos rituales, la vestimenta y todo lo que se
analizó es el de formalizar bajo el rito religioso la unión de dos personas.
Todo el lenguaje corporal y no verbal cumple la función de simbolizar la
ceremonia simbólica del matrimonio.
5.2.2 Los
objetos diseñados.
Todos los objetos que nos rodean han sido
diseñados por el ser humano en el marco de una cultura. Las casas, los autos,
los electrodomésticos, los muebles, la ropa y las decoraciones son diseños,
porque además de cumplir una función práctica, también tienen una forma
estética. Algo tan útil como una heladera también tiene un diseño: tiene
colores, cierta altura y profundidad, está dividida en sectores, está hecha de
cierto material. El diseño tiene que ver con la percepción estética y no sólo
práctica (útil) que les damos los usuarios a las cosas. Nos gusta una silla no
sólo porque descansamos en ella, sino porque nos agrada el color, la forma del
respaldo, la textura del tapizado, el contorno de las patas, el estilo
(moderno, clásico, tipo country o campestre, económico).
Además, todos los objetos en todas las
culturas señalan la pertenencia social y cultural de su dueño. El que posee un
Mercedes Benz seguramente pertenezca a una clase social alta. Los objetos
también son objetos de “distinción”, porque con ellos, las personas se
identifican a sí mismas como perteneciendo a un grupo y diferenciándose de
otros grupos. Las adolescentes que quieren usar el pantalón de moda, están
indicando con su elección, que pertenecen al grupo de chicas que por ejemplo
son delgadas, sensuales, juveniles, joviales, deportivas, despreocupadas,
informales y que por sobre todo están a la moda, como su estrella de
televisión. La adolescente que se pone el jean gastado, con flecos y anda con
remeras batik y zapatillas topper está indicando que pertenece al grupo de los
seguidores del rock no fashion.
Los objetos y sus diseños indican no sólo
la clase social, sino también la moda, el género sexual, la edad, la religión,
la etnia, la cultura o subcultura, los gustos estéticos, el grado de formalidad de los ritos y
ceremonias, la personalidad de los individuos y los grupos, el estado de ánimo
de las personas.
5.3. La
comunicación popular.
Esta
corriente comunicacional analiza los procesos de comunicación a partir de la
educación y las relaciones de poder. Considera que la comunicación debe estar
al servicio de proyectos sociales emancipadores que liberen a los sectores
oprimidos de la dominación, siguiendo la línea ideológica y pedagógica de Paulo
Freire (1974). Según Mario
Kaplún (1985) en su libro El comunicador
popular (1985), podemos hablar de de
una “comunicación dominadora” cuyo objetivo es lograr que los destinatarios o
receptores hagan o digan lo que quiere el emisor. Esta comunicación es
persuasiva y manipuladora.
Un segundo modelo de
comunicación es la que este autor llama “democrático” y no busca persuadir y
manipular sino escuchar, comprender y dialogar. La idea de este tipo de
comunicación “ideal” es que el sentido y las acciones sean construidas
socialmente desde situaciones de horizontalidad o simetría comunicacional
(todos los integrantes de un grupo o colectivo pueden opinar, expresarse y
tomar decisiones y no hay nadie que dirija la comunicación o intente manipular
las ideas o expresiones de otro). Este tipo de comunicación no es justamente
“dominadora” porque nadie intenta controlar o manejar a otro. Es democrática
porque todos pueden participar y no hay supremacías y lugares de poder.
Por ejemplo, en una situación
de clase, el docente que quiere llevar adelante una comunicación democrática no
busca imponer su saber sino compartirlo y ponerlo en común con sus alumnos y
discutir entre todos las ideas y conceptos. Se trata de construir un saber y no
de imponerlo. En esta concepción, el saber “no viene” del docente sino que se
construye con los alumnos. Se supone que por experiencia el docente conoce más
de algunos temas que sus alumnos y por ello coordina y acerca saberes. Pero la
idea no es imponer desde una situación de poder el saber (solo porque alguien
tiene un título y un nombramiento). El saber puede ser compartido, discutido y
enriquecido desde las propias experiencias personales de los alumnos. Se trata,
como dice Kaplún (1985) de una comunicación dialógica porque nace del diálogo y
no de una comunicación monológica (alguien que habla pero no escucha, algo que
se corresponde con el sistema tradicional de enseñanza basado en la exposición
desde la cátedra).
Para esta corriente, lo
importante es lograr la autonomía intelectual, ideológica, política y
comunicacional de los individuos y los grupos. Por autonomía entendemos la
posibilidad que tiene todo ser humano de actuar según sus propios principios,
principios elaborados imaginariamente por el conjunto social, pero que deben
ser apropiados reflexivamente por los individuos y los grupos en su praxis
cotidiana. Para la pedagogía liberadora, los principios o acuerdos sociales
pueden ser discutidos y reelaborados democráticamente. Autonomía significa no
dejarse manipular por otros que ostenten poder imaginario, económico, político,
social o cultural. El objetivo es transformar al hombre desde lo pasivo, desde
lo conformista y lo fatalista hasta que pueda asumir su destino (Freire, 1974,
Kaplún, 1985). Este propósito se logra mediante una educación que no comienza
hablando sino escuchando. Se trata de ponerse en el lugar del otro y comprender
cuáles son sus inquietudes y necesidades. Y la búsqueda de soluciones es
consensuada y reflexiva.
El docente o el comunicador
debe siempre primero pensar qué dice, a quién le dice, con qué objetivos, para
qué. A nivel pedagógico, esta corriente considera que el docente es un
comunicador. Pero no un comunicador que unidireccionalmente impone un sentido y
una verdad, sino que dialoga, tratando de comprender qué piensa y elabora el alumnon
y colabora en su proceso de aprendizaje.
Los conceptos de la
comunicación popular se implementan en proyectos de transformación social. El comunicador es
un facilitador de la comunicación y no alguien que “desde arriba” (el Estado, la Universidad , un
partido político) “enseña” cómo pensar y cómo actuar. El comunicador tiende
puentes y es un mediador que actúa desde la problematización y la búsqueda
democrática de soluciones y propuestas. El proceso comunicacional es dialógico
y el énfasis está puesto en los sujetos que conscientemente construyen sus
mensajes para vivir un mundo diferente.
Dentro de esta corriente se
pueden incluir los estudios sobre educación en comunicación. Estos estudios
tienen como objetivo lograr que los sujetos realicen decodificaciones
reflexivas, activas y críticas sobre los mensajes o textos que reciben desde
los medios masivos de comunicación. La idea es que los sujetos también puedan
producir textos en distintos lenguajes (escrito, audiovisual, radial, oral,
etcétera) de un modo creativo los elementos expresivos disponibles. La
educación en comunicación se propone desarrollar las aptitudes expresivas y
analíticas para que los sujetos realicen lecturas propias que los conviertan en
ciudadanos que pueden pensar y actuar por sí mismos en el contexto de
sociedades donde buena parte de lo que pensamos, sentimos, creemos e imaginamos
proviene de los medios masivos de comunicación.
Bibliografía.
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Lischetti, Mirta: Antropología,
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-Geertz, Clifford (2000): La interpretación de las culturas,
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-Jakobson, Roman (1967): Fundamentos del lenguaje, Ciencia Nueva, Madrid.
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-Martini, Stella (1994): “La comunicación es
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-Mata, María Cristina (1996): Nociones para pensar la comunicación y la
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-Verón, Eliseo (1995): “Interfaces, sobre la
democracia audiovisual avanzada” en Ferry J. M., Wolton, D. y otros: El
nuevo espacio público, Gedisa, Barcelona
-Winkin Yves (1984): “El telégrafo y la
orquesta” en Introducción a AA.VV, La
nueva comunicación, Kairós, Barcelona.
-Zecchetto, Victorino (2003): La danza de los signos. Nociones de
semiótica general. Ediciones La
Crujía , Bs. As.
[1] La invasión de Estados
Unidos a Irak en 2003 tenía el objetivo de derrocar el supuesto régimen
atrasado y dictatorial de Sadam Hussein, aunque el objetivo real es el petróleo
de la zona.
[2] Los animales pueden
comunicarse mediante ruidos o señales, pero esto es innato, no aprendido y es
instintivo. Lo mismo sucede con la vida en grupo o en manada, que no son
creaciones culturales racionales, sino que son conductas adaptativas.
[3] Animal, objeto o ser del
que algunos clanes tribales dicen descender. Por ejemplo, el clan del oso.
[4] Esta es una clasificación,
podría haber otras, y no es exhaustiva -no abarca todos los códigos que
existen-.
[5] Se podría incluir a China
actualmente en este grupo y algunos países ricos de Asia, como Indonesia.