martes, 1 de marzo de 2011

Políticas de comunicación en Argentina. 1920-2010

Políticas de comunicación en Argentina. 1920-2010.

Por Mariana Malagón.

Introducción. Los inicios.

Por “políticas de comunicación” se entiende el modo en que los estados regulan el funcionamiento de los medios masivos de comunicación. En este artículo se verá cómo el estado argentino legisló sobre el uso de la radio, la televisión y los diarios. Se irá viendo el fenómeno desde el análisis cultural, pero básicamente se analizarán las cuestiones políticas y económicas que explican las sucesivas reglamentaciones y legislaciones.

La constitución nacional de 1853 establecía en el artículo 14 el derecho de publicar ideas por la prensa sin censura previa. En 1875 se promulgó la ley que regulaba el funcionamiento de los telégrafos en el territorio nacional y en 1913 se establece el monopolio estatal del servicio de correos y telégrafos. Cuando nace la radiodifusión, en 1920, las primeras emisoras solicitan permisos a la Municipalidad de Buenos Aires. Sin embargo, la Dirección General de Correos y Telégrafos dependiente del Ministerio de Interior también comienza a otorgarlos definitivamente en 1928 por un decreto del gobierno de Hipólito Irigoyen (Mastrini y Agusti, 2006).

En radio y televisión, para poder ser titular de una onda radioeléctrica se debe concursar para obtener una licencia. Las frecuencias son limitadas y son administradas por el Estado. Por eso es tan importante que exista una legislación clara sobre cómo funciona el sistema de otorgamiento de licencias. La primera ley nacional de radiodifusión se promulgó recién en 1953. Hasta entonces solo hubo decretos que regulaban una actividad que era básicamente privada, o sea, desarrollada por empresas comerciales con fines de lucro. Pero antes de continuar con conceptos teóricos, es necesario comentar cómo comenzó en Argentina la radiodifusión. Así lo relatan Mastrini y Agusti (2006:31):

“La primera transmisión, a cargo de Enrique Susini, Luis Romero Carranza, César Guerrico y Miguel Mujica, se llevó a cabo el 27 de agosto de 1920 desde el teatro Coliseo y fue recibida por aproximadamente 50 aparatos receptores, en manos de aficionados. El responsable de la transmisión fue Susini, que un año antes, en Francia, había indagado sobre los equipos transmisores utilizados por el ejército francés para las comunicaciones entre los frentes durante la Primera Guerra Mundial.

Junto a Guerrico, Carranza y Mujica, Susini formó desde ese momento LOR Sociedad Radio Argentina y acordó con los titulares del Coliseo poner una pequeña antena en la terraza del teatro. Por este hecho fueron llamados ‘los locos de la terraza’. Después de la transmisión inicial de la ópera Parsifal Radio Argentina continuó un ciclo que incluyó a ‘todas las obras inscriptas en la temporada lírica que ofrecía el Coliseo en competencia con el Teatro Colón’ (Vila, 1950)”.

En 1922 inicia sus transmisiones Radio Cultura desde el Hotel Plaza. Se sustenta mediante publicidad. Luego, en el mismo año surge Radio Sud América, que es financiada por un grupo de comerciantes dedicados a la actividad radioeléctrica. También en ese año, según Mastrini y Agusti (2006), se inaugura Radio Brusa, de Francisco Brusa. Luego, se van iniciando otras radios, como Radio Gran Splendid, Casa América, Radio Nacional. En 1927 Radio Nacional es vendida a Jaime Yankelevich que la llamará Radio Belgrano e instalará “… un modelo de radiodifusión que, caracterizado por el show y el entretenimiento popular, concentraba una audiencia significativa que a su vez atraía a los anunciantes. Así comenzó el principal modo de financiamiento de la radio hasta nuestros días, el publicitario” (Mastrini y Agusti, 2006: 35).

En la década de 1920 nacen y mueren varias emisoras y recién las radios se configuran como medios masivos de comunicación en la década de 1930. Las principales radios se concentran en la ciudad de Buenos Aires. El interior del país retransmite los programas de Buenos Aires, limitándose a sólo dar noticias locales y formándose así el sistema de redes o “broadcasting”. Como explican Mastrini y Agusti (2006: 42 y 43):

“El sistema de redes de emisoras terminó de consolidarse en el período 1937-1941, cuando las principales estaciones se agruparon en dos redes, encabezadas por LR1 Radio El Mundo y LR3 Radio Belgrano. En 1941 el gobierno completó la legalización de esta situación cuando autorizó el funcionamiento de una tercera red encabezada por LR4 Radio Splendid”.

Conceptos claves.

Hasta aquí se analizó el comienzo de la radiodifusión en Argentina. Es el momento de introducir algunos conceptos útiles para comprender las políticas comunicacionales. Un concepto fundamental es el de “libertad de expresión”, derecho que asegura que cualquier habitante puede decir lo que piensa por cualquier medio o canal sin censura previa. Como se explicó, este derecho ya estaba contemplado en la Constitución de 1853. Sin embargo, este derecho puede ser fácilmente vulnerado. Así, todos los gobiernos de facto, violaron la libertad de expresión durante el siglo XX. Se elaboraron listas negras y se encarceló y persiguió a quien opinaba distinto al gobierno. Pero también sucede que en los medios de comunicación se da la censura implícita. Así, cuando por ejemplo, un gobierno quiere castigar a un medio opositor no le ofrece publicidad oficial o no concede licencias a grupos que son contrarios a la ideología del gobierno de turno. La auto-censura se da cuando un medio o un periodista no difunde una información para no contrariar al gobierno o a un grupo económico poderoso. Por ejemplo, un periodista puede conocer un caso de corrupción, pero no informa sobre esto para no tener problemas. O puede saber que una fábrica contamina, pero no difunde el dato por miedo a que el dueño de la empresa lo amenace. Como cuentan Mastrini y Agusti (2006), en los comienzos de la radiodifusión, los titulares de las licencias buscaban no oponerse a los gobiernos de turno para que éstos no interfirieran en sus negocios. La radio en la década de mil novecientos cuarenta tiene su época de esplendor: grandes estrellas como Nini Marshall y Luis Sandrini generan grandes audiencias y los anunciantes pagan altos precios para hacer publicidad. Su desarrollo era enteramente privado y los gobiernos no se entrometían a cambio de que los programas no informase de un modo opositor.

Vale aclarar que durante los gobiernos oligárquicos de la segunda mitad del siglo XIX y la primera parte del siglo XX, existió en general la libertad de expresión, aunque también se persiguió y censuró a los socialistas y anarquista y en varias ocasiones se cerraron sus diarios y se confiscaron sus imprentas. Se trataba de una prensa facciosa, o sea, política, no comercial, que sostenía y difundía las posturas políticas de las diferentes facciones gobernantes o aspirantes al poder. Pero ya a comienzos del siglo XX los diarios de grandes tiradas como La Nación, La Razón o Crítica, son más comerciales y menos facciosos. El interés está puesto, no en defender a un político o a una facción, sino en conseguir anunciantes y vender ejemplares. El caso de los diarios es diferente al caso de la televisión o la radio, ya que cualquiera puede tener un diario, pero para tener una emisora se necesita que el gobierno la adjudique. Y es por ello que la cuestión de la censura implícita y la auto-censura se convierte en una cuestión importante.

Como ya se dijo, durante los gobiernos militares no hubo plena libertad de expresión. Así, durante el gobierno militar de Farrell (1944-1946), se sancionó el llamado Manual de Instrucciones mediante el cual se promulgaba la censura previa ya que el estado podía prohibir contenidos. Existía un detallado control de los contenidos en cuanto a cuestiones morales, políticas e idiomáticas que era llevado por la Dirección General de Radiodifusión, órgano dependiente de